martes, 26 de febrero de 2008

La sagrada familia y la presencia de la fijación oral



La sagrada familia, película del chileno Sebastián Campos (2005), y ganadora del Premio Casablanca-Kaplan al mejor filme de la Sección Oficial del Festival de cine independiente de Barcelona (entre otros premios), es a mi juicio una de las mejores realizaciones nacionales de los últimos tiempos.
Se trata de un film con bastantes méritos, siendo lo más llamativo de todo la presencia de un guión de apenas siete páginas; de este modo los diálogos son desarrollados por los actores manejando solo una “idea previa” de la situación y no memorizando y repitiendo cada una de las palabras previamente estipuladas. Lo anterior, da como resultado que cada actor interpreta a su personaje eligiendo entre las palabras que acostumbra manejar, lo que produce una suerte de marcado estilo entre las formas de expresarse de cada personaje basado, por supuesto, en la improvisación.
Además, la mayor parte de la película, que fue gravada en tres días y editada en diez meses, fue filmada con luz natural y en el orden cronológico de los acontecimientos; por lo tanto, se genera una atmósfera de realismo bastante interesante.




Así, tenemos a una aparente “familia feliz” chilena, de clase media- alta que decide pasar el fin de semana santo en su casa de la playa. El padre avasalla constantemente al hijo y se enfrentan en una lucha de ideologías completamente opuestas; dándose la típica lucha generacional padre/hijo; mientras una contenida madre trata infructuosamente de conciliar los ánimos. Posteriormente aparece la novia del hijo, Marquitos, para hacer estallar la olla a presión de este núcleo imperfecto: una Paty López (estudiante de teatro) todo sensualidad, todo polémica que se ve envuelta en una aventura amorosa con el padre de su novio.




Y destaca magistralmente la amiga de Marcos hijo, la chica que no habla por decisión propia, y comienzan los indicios de un filme con marcados signos de “oralidad humana”: la amiga siempre fiel que es muda en contraste con Sofía, la novia híper extrovertida que no sabe callar; los almuerzos y comidas que juegan un rol fuerte en la película, el consumo de drogas (también por vía oral) por parte de los jóvenes, los juego sexuales orales entre Marcos y su novia Sofía, los huevitos de pascua que la madre esconde y que tras encontrarlos los pueden consumir, el vino, y finalmente la comida (con un fuerte sedante) que Marcos sirve a su padre y a su novia tras descubrir que entre ambos hay un affaire .


Los grandes placeres de la vida son degustados a través de la boca, fijación que viene desde que somos bebés cuando el reconfortable abrigo y pecho de la madre nos da afecto y bienestar. De ahí en adelante buscamos inconsciente o conscientemente la oralidad en nuestras vidas: cigarrillos, comidas, bebida, besos, sexo; convirtiéndose muchas veces hasta en un problema adictivo… Sin lugar a dudas La sagrada familia es una película con una fuerte presencia de la oralidad en nuestras vidas; un fin de semana de reflexión se transforma en la explosión de una bomba de tiempo, las máscaras son descubiertas, las tentaciones son efectuadas.

martes, 19 de febrero de 2008

Obstinación (Fragmento)



Hermann Hesse

"Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leemos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a las leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al "propio sentido". "

jueves, 14 de febrero de 2008

Franz Kafka y el animal hecho hombre

   Franz Kafka
                                                  




  

   
Franz Kafka me resulta un genio y para “comprenderlo” (entre comillas porque cave preguntarse si ¿su verdadero objetivo sería que el público realmente lo comprendiese?) se debe ir más allá de “La Metamorfosis”, su novela breve más difundida. Sin lugar a dudas, “El Proceso”, “América” y “El Castillo” son tres novelas incompletas que gozan de fama mundial y que brindan aún más pistas sobre las ideas de este maestro de las letras.

Cada uno de los escritos antes mencionados genera una atmósfera única que se hace presente de una u otra forma a lo largo de todos y cada uno de los relatos del autor: lo molesto, laberintico, ilógico, desconcertante, absurdo e inhumano se acuñan hasta hoy bajo el adjetivo “kafkiano”; y sirven para señalar con el dedo índice algunos de los males de nuestra sociedad, tales como:
1) La inhumanidad de la humanidad.
2) La burocracia como peste absurda.
3) La difusión de la violencia en las formas más sutiles y crueles.
4) El sufrimiento de los que comprenden algunos de los problemas socioculturales anteriores.

Así surge uno de sus cuentos más difundidos, llevado inclusive a la representación teatral; se trata de “Informe para una academia”, fábula loquísima, atrevida y universal. En ella vemos como personaje principal a un simio apodado “Pedro el Rojo” resumiendo lo que ocurrió con su vida desde que llegó a manos de los hombres como un simple mono hasta que fue gradualmente adquiriendo hábitos, apariencia y hasta pensamientos de ser humano.

En este cuento ocurre lo opuesto a “La Metamorfosis”; el animal se hace hombre muy a su pesar para evitar un destino natural de zoológico y optar, en vez, al de teatro de variedades. Se trata del costo que todos las personas debemos pagar al convivir con otros, renunciamos a una parte de nuestra identidad; una suerte de contrato social que todos aprendimos a jugar.

¡Era tan fácil imitar a la gente! Escupir pude ya en los primeros días. Nos escupíamos entonces mutuamente a la cara, con la diferencia de que yo me lamía luego hasta dejarla limpia y ellos no.
Nada me dio tanto trabajo como la botella de agua ardiente. Me torturaba el olor y, a pesar de mi buena voluntad, pasaron semanas antes de que lograra vencer esa repugnancia.
(Extracto)

El animal actúa aquí como símbolo universal de libertad, y el mono que se hace persona para evitar la esclavitud del zoológico hace ver al hombre- cazador- torturador de animales, como un ser irrisorio inferior a quienes somete.

Mucho terreno baldío nos regala Kafka, para llenar como mejor se nos ocurra, en una fábula que para quién quiera trata el tema del maltrato animal, de la libertad, de la discriminación (especialmente judía, ya que el escrito data de inicios del 1900) y de las apariencias.

viernes, 8 de febrero de 2008

Ni un Emo, ni un Pokemón

                                       
 



Venía en el metro y se me ocurrió contar cuántos Emos y Pokemones veía desde la estación Universidad de Santiago hasta Los Leones y en todo ese rato, subiendo y bajando gente, en horario alto (8:30 pm. día de semana), no vi ni uno solo. Ninguno, nada que se le pareciera siquiera, ni un mechón de pelo sobre un ojo, nada de cabellos teñidos con colores fosforescentes…

Parece que lo que muchos sospechamos es cierto; tal vez no es que existan tantos de aquellos adolescentes que gastan mucho muss en el cabello y tratan de verse “diferentes” cuando son todos iguales, inclusive chicos y chicas; pasa que al “sistema” le conviene que existan. Sin lugar a dudas les conviene y más de lo que imaginamos siquiera.

Sucede que Emos y Pokemones deben conservar un look, y para hacerlo se necesita platita: teñirse el pelo, vestirse de cierta forma con el pantalón caído, ponerse piercings, y el super-punto: alisarse el pelo. Pasa que cierta marca de plancha alisadora de cabello aumentó sus ventas en un 700% durante el 2.007: o sea a muchos les conviene que estos cabros sigan preocupándose de la facha, sigan comprando sus planchas, tiñéndose con sus productos y consumiendo en vestuario, zapatillas y accesorios.

Además de lo anterior, por definición un Pokemón es consumista, le gusta comprar y comprar y además de eso, declara no luchar por nada. Ser uno de ellos es ser posmoderno a cagar, sentirse parte de un grupo narcisista que escucha reggaetón todo el rato y que no aspiran a ningún cambio en este puto mundo. Creo que es heavy que los adolescentes se sientan identificados con este subgrupo y, también creo que es producto del mundo que les estamos dejando a las generaciones que están y que vienen en camino: todo desechable, ceo que en eso se resumen; aunque los Emo al menos reconocen que se sienten solos y escuchan música de mejor calidad.

La cuestión es que los medios inflan a estas tribus. Sigo afirmando que no son tantos como quieren hacernos creer; lo que pretenden es que se multipliquen en orden exponencial para venderles sus productos consumistas. Ojo con eso, y piénsalo dos veces antes de convertirte, no son tantos como parecen.